Manná nació en un momento de mi vida marcado por la adversidad y la lucha por recuperar mi salud. Apenas había llegado a México, un país lleno de vida y cultura, cuando mi sistema digestivo se colapsó inesperadamente. Lo que debería haber sido un nuevo comienzo se convirtió en un desafío diario. Cada alimento que ingería me hacía sentir peor, y aunque busqué ayuda en médicos de todo el mundo, solo recibía diferentes diagnósticos y suplementos, pero ninguna solución real.
Durante dos largos años, viví bajo una estricta dieta sin gluten, sin lácteos, sin azúcares y sin alcohol. Comer fuera de casa se volvió imposible, y cada salida implicaba llevar conmigo mis propias hamburguesas de frijoles para poder alimentarme. Fue en medio de esta experiencia, mientras enfrentaba la frustración de no encontrar opciones saludables y accesibles en la Ciudad de México, que surgió la chispa de lo que sería Manná.

Manná no es solo una empresa; es el resultado de una búsqueda personal de bienestar. Nació con el propósito de ofrecer acceso a comida fresca, saludable y asequible. Pero más que eso, Manná busca despertar la conciencia sobre cómo la alimentación puede sanar el cuerpo, algo que descubrí en mi propio camino hacia la recuperación. Mi deseo es que, a través de Manná, otros también puedan encontrar en la comida saludable un aliado en su bienestar, sin tener que enfrentar las mismas barreras que yo encontré.

Manná es, en esencia, una extensión de mi propia historia, un recordatorio de que la salud es el mayor tesoro y que todos merecemos acceder a los alimentos que nutren y sanan nuestro cuerpo.